lunes, 18 de octubre de 2010

Prólogo del libro Historia de un sobreviviente de Eusebio Cabral


Libro: HISTORIA DE UN SOBREVIVIENTE de Eusebio Cabral
Prólogo de Oscar Belbey
El Negro Cabral ha superado sus depresiones post carcelarias considerando que es un sobreviviente del terrorismo de estado. Transformó su infierno interno en una tarea rigurosa y transformadora; pretende, y en muchas ocasiones lo consigue, manifestar su revisión de la historia argentina y la necesidad de contar sus experiencias.
Desde el genocidio de los pueblos originarios, el irigoyenismo, el peronismo, las dictaduras, el período setentista, hasta la actualidad. Surge una idea revolucionaria, transformadora de la realidad.
“Nuestra generación, desde el 55 en adelante, hasta 1983 no vivió la democracia. Por eso entenderla y practicarla era inusitado. Las organizaciones revolucionarias, formadas mayoritariamente por esta joven generación, habían vivido casi toda su vida en dictadura o proscripciones.” 
Luego toma más específicamente la etapa que le corresponde como un duro militante del PRT-ERP, su participación en la guerrilla, su posterior encarcelamiento, la organización interna y su convicción para sobrevivir. Rescata la dignidad y el compromiso de los militantes de la época, sigue sosteniendo que los enemigos de los sectores populares son los mismos que se intentó combatir en los ’70, pero también se anima a hacer una seria autocrítica de las conducciones guerrilleras y su aislamiento respecto al pueblo, facilitando la derrota del pensamiento y accionar revolucionario.
“El enemigo tenía claridad de que nuestro objetivo era el poder, el control del Estado y del país; por eso respondió como respondió, a sangre y fuego. Nosotros por nuestro lado subestimamos al oponente y sobreestimamos nuestras fuerzas, simplificamos la realidad y trasvasamos experiencias que no tenían nada que ver con nuestro país. Y fundamentalmente, no acertamos a formular una estrategia de unidad del campo nacional y popular amplia.” 
Esta parte de su historia, contada en forma atractiva para el lector, creo que es muy valiosa, sin dejar de resaltar el contexto criminal de la complicidad mediática,  de sectores intelectuales del imperialismo y los sectores económicos que se valieron del terrorismo de estado para acrecentar sus riquezas en detrimento de los trabajadores,  los sectores populares y la clase media.
Luego analiza la historia mas cercana, el alfonsinismo, la posterior destrucción generada por el neoliberalismo, el intento permanente de profundizar la economía de mercado y la pretendida muerte de las ideologías, con toda la polémica que esto puede suscitar, insertando narraciones íntimas de su vida personal y sus luchas.
Es un libro interesante, es otra mirada que debe ser tenida en cuenta a la hora de juzgar la historia, fundamental para evitar el pensamiento único de los sectores del poder y sus comunicadores sociales.
No es necesario coincidir ideológicamente con Cabral para poder asimilar esta visión distinta de nuestra historia reciente. Creo que la obra es válida para que los jóvenes puedan conocer otra parte de la historia.
Oscar Belbey
Militante político- Escritor

miércoles, 6 de octubre de 2010

VIERNES 22-10-ROSARIO:PRESENTACION LIBRO LOS OLVIDADOS


VIERNES 22 DE OCTUBRE-20 HS-EN HOMO SAPIENS-ROSARIO
PRESENTACION DEL LIBRO:
Los Olvidados
10 Cuentos de Oscar Belbey
Varias de estas historias suenan como una provocación. Intentan despertar al ciudadano abroquelado en sus mínimos problemas internos, sin hacerse cargo de los grandes temas que aquejan a la sociedad contemporánea.
Belbey aborda cuestiones muy serias, como una implícita lucha de clases sociales por sobrevivir en un mundo salvaje. Entre ellos, embate contra dogmas, farsas, espejismos, políticas, religiones, que intentan disfrazar, entretener y resignar muchas luchas sociales y búsquedas colectivas. Con sus cuentos atraviesa los distintos pliegos de la subjetividad, tomando una posición muy clara, como el título del libro lo anticipa.


Sueños de Malvinas (Fragmento de 6488 caracteres)

En sus noches delirantes los aviones ingresaban en su habitación, desde el techo caían en picada ametrallando su cama y su cuerpo; una paranoia creciente, los gritos de terror, alucinaciones cegando su mente no le daban tregua, su deteriorado físico corriendo para guarecerse de las bombas. Ni su madre supo darle contención:
—Me devolvieron al Tanque hecho un loco— decía sollozando.
Dos intentos de suicidio convirtieron su vida en un caos. Su apodo venía de sus sueños donde un tanque inglés se aproximaba para aplastarlo. En sus delirios suplicaba a su dios poder regresar a ver a su hijita.

La capital provincial era el lugar acordado para el reencuentro. Enclavado en la margen noroeste de la ciudad se encuentra San Agustín II, barrio de trabajadores, cirujas y dealers. Unas pocas cuadras de pavimento, mayoría de tierra y mejorado. Decenas de veces se inundó desde el río, la mayor en 2003. Aunque cuando llueve mucho sus calles son arroyos y cascadas.
La casa de Gastón, el anfitrión, está cercana a la avenida en construcción que circunda la ciudad y que funcionará como terraplén para defender a los barrios del río Salado. Una vivienda sin revocar, pintada de blanco, construida con bloques de cemento. Dos dormitorios, uno donde dos cuchetas daban albergue a los cuatro hijos que tuvo con Juana. Hoy sólo estaban las dos mujeres de 14 y 12 años, los dos varones, de 7 y 3 años se habían marchado con su madre, por ello quedaron vacías dos camas y medio lecho conyugal.
Los sábados por la mañana, en el patio trasero, las chicas y su padre brindan una copa de leche para los niños sin escolaridad. Habían comenzado por 40 pequeños y ahora ya estaban en los 70; lo ampliaron a pedido de padres vecinos que comenzaron a colaborar para que sus hijos también accedieran al desayuno de Sueños Infantiles, la denominación ideada por esa familia solidaria.
Los tres paraísos del fondo eran el lugar ideal para la mateada, el reencuentro del trío de camaradas. El eje de la charla serían aquellos oscuros días compartidos en la guerra. La gestora había sido Juana, al verlo a Gastón tan deprimido.
Al heroico recibimiento inicial a los combatientes, aún en la terrible derrota, les siguieron días muy duros. La gente los miró con simpatía, hasta con lástima, pero el fuego interno consumió la vida de muchos de ellos.
Al regreso, el “Tanque” Gastón había estado varios años con atención sicológica. Separado de su primera compañera, Teresa, con quien convivió previamente a la convocatoria del ilustre general borrachín que los había llevado a la muerte en las gélidas islas. Cuando marchó llamado por la “patria” tenían una niñita, Bárbara. A su regreso nunca consiguió relacionarse con ella, ni recuperar a su madre.
     Luego de algún tiempo se concubinó con Juana, a quien sus amigos conocían por un encuentro hace una década.
Desde Rosario llegaría Ernesto, a quién solían ridiculizar porque no creía en ningún dios, virgen, santo, ni mitos; sus compañeros de división y sobre todo los suboficiales le auguraban “cuando veas venir las balas y las bombas, no te van a alcanzar las palabras para pedirle a Dios y a todos los santos para volver vivo a tu cómoda casita”. Él sonreía, su origen era una familia de clase media, donde le habían inculcado ideas de Feuerbach, donde el viejo filósofo sostenía, y él repetía sonriendo, “No es dios quién creó al hombre, sino el hombre quien creó a dios”.
Hay que imaginarse en esas ínsulas perdidas en el mar. El frío que se sufría en un clima terrible. Las ropas provistas por el ejército eran mínimas y más apropiadas para un safari al Sahara. Si no hubiera sido una tragedia, sonaría como una cáustica comedia de Emir Kusturica. Al “Che”, como lo habían apodado, le corría la sensación de que esos místicos muchachos que compartían esa brava patriada antiimperialista tenían más valor que su racionalidad. Los momentos más duros, con los ingleses bombardeando sus posiciones, lo habían hecho temer por su vida, pensar en su familia y llorar por su novia.
El tercero del encuentro era Tomás, que se escandalizaba con los planteos del Che; era hijo de un ex cura, que dejó los hábitos para casarse con su madre, una ferviente religiosa.
Tomás y Ernesto se encontraron en la Terminal de micros, confundiéndose en un fuerte abrazo; antes de marchar en un taxi al barrio de Gastón tomaron un café.
—Estás mas gordito Che, y con menos cabello, me hacés acordar a un personaje de una película de Hitchcock, esas que vi cuando volví de Malvinas, luego de que vos contaras Ascensor para el cadalso para distraernos del cagazo que teníamos. Vértigo, Psicosis, eran espectaculares, pero Los pájaros no me dejaba dormir, me acordaba de los aviones yonis que nos atacaban, era siniestra.
—Qué alegría verte Tomás, es una satisfacción que te hayas dedicado a ver buen cine, pero hemos pasado momentos muy dolorosos allá. En principio dudaba en venir, porque recuerdo situaciones escalofriantes que me erizan la piel y me nublan los ojos, pero vine. Me dijo Gastón que te trasladaste de Paraná y ahora estás en Mendoza, por eso no tenía la seguridad sobre tu llegada, por suerte ahora están los celulares.
—Yo también tenía dudas por el encuentro, pero al final vine porque también me habló la mujer del Tanque, que se fue de la casa porque este loco le pegaba, pero que necesita ayuda. Intentó suicidarse con pastillas, no quiere ir a más al psicólogo, por eso confiaba que nosotros, como amigos, pudiéramos darle una mano o equilibrarlo emocionalmente.
—Sí, a mí también me llamó la Juana, porque él decía en sus sollozos que los únicos amigos en serio éramos nosotros y el Flaco Menotti, como le decían a Julián. Ese fumaba más que el técnico de la selección. Pero el Flaco se nos fue al cielo, no soportó la presión. Cuando me contaron que se tiró al río en Corrientes estuve más de un mes con pastillas para dormir, porque me venían anécdotas de las islas a la mente y me ponía a llorar. Y ahora vine porque no quiero que al Tanque le pase lo mismo, no me lo podría perdonar— dijo afectado el Che.
—¿Te acordás cómo discutíamos por Dios? La verdad que era una boludez de pendejos, vos con tu ateísmo provocándonos y nosotros con nuestro fundamentalismo cristiano, te queríamos matar. Éramos unos enfermos, encima los milicos te hacían bailar como loco por lo que pensabas.
—Porque pensaba.
—Me daba vergüenza estar del mismo lado que ellos.
—Hoy el poder sigue pensando igual que esos milicos. Fijate, el milico de mayor jerarquía es el Papa.

miércoles, 7 de julio de 2010

Prólogo

“Es bueno que, antes de escribir, uno viva”
Mercé Rodoreda

“El trabajo de un poeta es nombrar lo innombrable, señalar los
fraudes, tomar posturas, iniciar discusiones, dar forma al mundo
y detenerlo al acostarse”
Salman Rushdie

“Para mí un escritor tiene justificación para escribir un libro si
está enamorado del tema”
Henry James

LOS OLVIDADOS ES EN cierta manera un homenaje a aquellos que
transitan por la vida con sus penurias, sus luchas y su dignidad a
cuestas. Temas como exclusión social, la hipocresía, la violencia,
la venganza, la corrupción, la omnipotencia del poder, el
fundamentalismo, la discriminación y la soberbia como destructores
de una sociedad justa. Por otro lado la solidaridad, el compañerismo,
el trabajo, el compromiso social, el placer sexual, los sueños,
la libertad de elegir, el ateísmo, el amor como valores morales,
son condimentos de estos 10 cuentos de ficción, tan reales como
las historias de estos personajes “olvidados”.
Siento admiración por algunos artistas y escritores que han relacionando
el arte con la cultura del pueblo. Antonio Berni, es uno
de los grandes genios que en sus creaciones incorporó a personajes
populares como Juanito Laguna o Ramona a la historia de la
plástica. Obras como Los desocupados, La mayoría silenciosa,
Los rehenes, La manifestación, Magdalena, Crucifixión, La
marcha de los cosecheros, Los campeones del barrio, demuestran
este hecho. Esto también ha ocurrido con el impactante
muralismo latinoamericano de David Siqueiros, Diego Rivera,
Wilfredo Lam, Oswaldo Guayasimin, Cándido Portinarí y nuestros
Castagnino y Spilimbergo. Mi reconocimiento al gran León Ferrari
con sus provocadoras obras contra el autoritarismo, la guerra, la
iglesia, la violencia y su dramática ilustración del Nunca Más. En
nuestra ciudad, la calidad y el compromiso del entrañable artista
plástico César López Claro cuyo museo podemos disfrutar en el
barrio Guadalupe, con sus obras del período Nueva Realidad: Proceso
al Proceso, Traperos (cuya copia embellece la tapa de éste
libro), Niña lavando o Muerte de la cultura.
En literatura, el gran talento de cuatro admirables escritores realistas
como Honoré de Balzac, Bertolt Brecht, Guy de Maupassant
y Rodolfo Walsh, nuestros comprovincianos Gastón Gori, Osvaldo
Bayer, Juan José Saer, o el inolvidable Negro Fontanarrosa, tomaron
un compromiso de hacer escuchar los personajes, observar
las actitudes de esos invisibilizados representados en ensayos, poemas
y narrativa realista.
Con esta austera edición estoy intentando continuar esa tendencia.
Tomar la subjetividad de las voces escondidas en los pliegues
de la cultura popular, más allá de la estética y de los saberes intelectuales.
Esta es mi forma de rendir homenaje a ese pueblo trabajador,
a esos sectores excluidos por un sistema injusto e insensible.
Una mirada desde el equilibrio que la justicia no atina a concretar,
donde los gobiernos muestran nulas ideas revolucionarias y
pocas transformaciones para mejorar la calidad de vida de aquellos olvidados.
Hemos sufrido dictaduras sangrientas, injusticias sociales, corrupciones
estructurales, amores y desamores, esperanzas y desilusiones,
buenas y malas. Luchadores sociales asesinados y desaparecidos
por el poder cívico - militar - económico - eclesiástico.
Criaturas desnutridas, niños excluidos del sistema educativo, adolescentes
adictos, producto de un cruel afán de lucro ilimitado.
La literatura, la narrativa breve en este caso, es el camino que
elegí para transmitir estas experiencias, luego de transitar casi
cuatro décadas en la militancia universitaria, gremial, política y social.
Algunos escritores heterogéneos, de quienes he tenido influencias,
y otros que he tomado como referencia, sin adherir por ello a
sus estilos e ideología, son Eduardo Galeano, Abelardo Castillo,
Enrique Medina, León Ferrari, Carlos Fuentes, Arlt, Soriano,
Verbitsky, Benedetti, Saramago, Cristian Alarcón, Rulfo, Savater,
Onfray, Amado, Carver, Pamuk, Bukowsky, Baudeleire, Rimbaud,
Marguerita Duras, Wilde, Onetti, Neruda, Kundera, Dostoievsky,
Eco, García Márquez, Miller, Fonseca, Dorfman, James, Irving
Yalom, Juan Filloy, Andrés Rivera, Luis Sepúlveda, Fernando
Vallejos, Maitena o Sandra Russo.
Estas pequeñas historias que estoy invitando a compartir pretenden
de alguna manera conmover, racionalizar, sonreír y hacer
reflexionar sobre el mundo y la sociedad que consciente o inconscientemente
ayudamos a construir.
Creo que una buena historia con actores sociales instalados en
su realidad, tratada con equilibrio, apelando al diálogo con pinceladas
de ironías y humor sobre temas sacramentados, puede evitar
planteos moralistas y obtener más de una sonrisa.
Muchos personajes son queribles, otros feroces, pero no son
otra cosa que nuestro diario contexto, tal vez magnificados, quizás
convertidos en neuróticos, psicóticos, energúmenos, edípicos o simpáticos,
pero que sufrimos todos los días como vecinos. Espero
que este trabajo les genere algún escozor o alguna sonrisa. Si los
he ayudado a pensar, a imaginarse otras historias, otros finales
sobre las ficciones que he presentado, mi trabajo no ha sido en vano.
He de agradecerles a mis profesores Carlos O. Antognazzi,
Laura Giussani y Hernán López Echague, así como a mi amiga
Beatriz Gutiérrez, que me haya corregido y alentado en distintas
etapas; todos ellos me han facilitado herramientas para poder trasmitir
mis historias, mis ideas, mis preocupaciones.
Amigas y amigos lectores, espero poder compensar algunas de
vuestras inquietudes y expectativas. Cuenten con mi compromiso
de seguir intentándolo. Gracias.
Oscar Belbey

sábado, 6 de marzo de 2010

Belbey comentando su libro al auditorio

Presentación libro "Los Olvidados"

Santa Fe, diciembre 2009.Oscar Belbey junto al escritor Carlos Antognazzi presentador del libro "Los Olvidados"